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¿CÓMO COMENZÓ MI VIAJE EN LA SEXUALIDAD SAGRADA?

  • Feña
  • 7 may 2020
  • 5 Min. de lectura

Recuerdo volver de un viaje largo, encontrarme de vuelta en Santiago de Chile, super perdida, buscando a mi tribu. Busqué todos los cursos posibles, todo lo que me fuera nuevo, buscando un propósito y nuevos espacios de conexión.


En ese entonces mi sexualidad estaba fuera de todo cuestionamiento.


Simplemente era.


No entraba más en detalles y la vivía despreocupada y abiertamente, o al menos eso sentía en ese momento.


Llegué un día este curso de sexualidad femenina. Creo que no hubo NADA en ese curso, que yo en ese entonces hubiese considerado sexualidad.


NADA.


Hubo muchos ejercicios de respiración, de visualización, movimientos del cuerpo para mover la energía (inentendible para mi en ese momento el por qué de hacer esto y difícil de sentir), sentir el propio cuerpo y la conexión con el cuerpo de otra persona. Pero nada dentro de mis parámetros conocidos. Y eso que crecí en un mundo y una familia bastante espiritual y con manejo de energías, así que tenía ese plus, pero no con apertura para hablar de sexualidad.


Recuerdo que aún sintiendome perdida con mi propósito para estar ahí, al cerrar el curso sentía un cambio adentro mío. La apertura de un espacio nuevo. Algo que me llenaba, aunque no fuera lo que tenía en mente, algo que me traía bienestar. Y la sensación de pertenencia, de aceptación, de amor y contención.


Comencé a buscarlo más, seguí yendo a este tipo de cursos, e intenté entender cómo esto podía relacionarse con la sexualidad. Cual era el punto de encuentro en estos dos mundos que parecían kilométricamente distintos.


Me tomó años.


Me sentía no estar trabajando para nada directamente sobre mi sexualidad, de hecho, la gran mayoría del trabajo fue sola, en cursos con mujeres y en círculos. Pero positivamente, mi sexualidad en pareja se estaba transformando, indirectamente.


Todo lo que hacíamos en estos cursos era hablar de sexo y creencias limitantes (Ya esa fue la primera y gran sanación que yo encontré en todo esto. El poder normalizarlo. Hablar con total naturalidad de estos temas y darme cuenta de que a muchas mujeres les pasaba lo mismo. O que a veces yo puse voz a cosas que les pasaban a muchas otras y viceversa. Y cuando nos damos cuenta que estamos todas en lo mismo, era sorprendente. Sanación instantánea), rituales, bailes, ejercicios de confianza, aprender a decir NO, aprender a verbalizar lo que quiero y a manifestar mis deseos, aunque pueda sonar obvio.


Yo me di cuenta que era una mujer que me entregaba al juego y me abría a recibir lo que el otro estuviera dispuesto a darme.


Siempre me enorgullecí de ser fluida y capaz de dejarme llevar con tanta soltura, hasta que me di cuenta que detrás de eso se escondía una tonelada de inseguridades a recibir un no, a ser juzgada, a pedir demasiado, etc.


Me di cuenta que de esa manera hasta ese entonces le sacaba el 10% de provecho a mi sexualidad. Versus a decir lo que quiero y lo que no, hasta donde quiero llegar, cuanto tiempo y en que momento.


Eso me llenó de esa sensación de empoderamiento, de sentirme segura de ir a explorar cualquier rincón de mi curiosidad, sabiendo que tengo el espacio y la confianza para manifestar mi verdad de cada momento en su máxima expresión. Si ayer quise algo y hoy no lo siento, es un no, y punto. No hay espacio de ¿Pero porqué ayer si? Sea lo que sea que hay detrás, hoy es un no y nos toca honrarlo porque tiene un porqué. Sin necesidad de justificar u ofrecer algo en cambio por culpabilidad o inseguridad, por ejemplo.


Me di cuenta de como todos esos pequeños "detalles" me empezaron a ayudar a estar mucho más PRESENTE. Y esta presencia llegó naturalmente al ir trayendo a mi consciencia todo lo que en mi mente me sacaba de ese momento.


Al comenzar en el mundo de la sexualidad sagrada escuché muchas veces que tenía que ver con estar presente.


Súper fácil decirlo.


Hasta que estamos ahí y estamos pensando cualquier otra cosa que nos distrae. Ejemplo propio: ¿Cómo se me verá la panza en esta posición? O, lo que también es ejemplo propio, estar tan metida en mi propio proceso intentando estar presente en mi propio cuerpo, que ocurría una desconexión con el otro. Desconectados totalmente.


Así se me abrió este mundo de que sí, había cierta parte en intentar estar consciente de mi respiración y la energía, pero también era abrirme a todo lo que HAY en ese momento. No era solamente meditar como lo conocemos, poniendo el foco en una cosa. Era estar presente en nuestra mente, cuerpo y emociones al mismo tiempo. Viendo como todos ellos se comunican a cada segundo para decirte aquí si, y aquí no realmente. Pausa. Observa porqué vas a hacer esto y si quieres hazlo realmente, con consciencia del PORQUÉ que te mueve.


No solo hacer cosas sexuales y ver distintas maneras de hacerlas, es entender la fuerza que está detrás de cada acto.


Entonces, muchas veces se piensa que la sexualidad sagrada es lenta, aburrida. No es que tenga que ser así, para nada. De hecho, hay todo un mundo en sexualidad sagrada donde se trabaja con lo más tabú, fantasías, sumisión, dominación, fetiches y la larga lista que le sigue.


Todo eso tiene espacio en la sexualidad sagrada. Y ahí es donde finalmente logré sentir que puedo abrazar la totalidad de lo que soy, sin querer cambiar nada más que los lentes con los que estaba mirando.


Ahí es cuando se rompe el huevo y me doy cuenta de cuantos años dediqué a una espiritualidad que me miraba de reojo por tener fantasías bien liberales, y logré encajar una gran parte que era mía y que no estaba en el puzzle. Cuando logré hacerme cargo de todas mis fantasías y la creatividad de mi mente que ahora puede fluir y probar libremente todo lo que quiere entendiendo desde donde viene y para qué.


"Sagrado" es una palabra confusa.


La creación es sagrada. Todo lo manifestado es sagrado.


En el momento en que uno define algo como no sagrado, comienza a ver el mundo a través de sus propios juicios. Si considero que hay cosas sagradas, automáticamente reconozco la existencia de cosas no sagradas. Y eso no existe. Todo es sagrado, para el que mira con el corazón.


Por eso llamar sagrada a la sexualidad es solo un juego de palabras. No es más sagrado hacerlo de ninguna manera. Más consciente, sí, pero ese nombre no vende tanto jaja. Y la consciencia, la entrega solo nuestra intención. Acercarnos a descubrir algo, con los ojos de un niño curioso que se sorprende con todo como si fuera la primera vez que lo ve.


Si es verdad que la invitación al comenzar este viaje es frenar un poco, bajar el ritmo, conocer el camino que pocas veces nos tomamos el tiempo de conocer en el ritmo frenético y rápido en el que vivimos. Como si comenzáramos a aprender a meditar. Siendo aprendices, ¿Sería sensato comenzar a practicar en medio de una ciudad? En general por eso una se va a la naturaleza, a un templo, a un retiro, donde hay silencio, calma que nos ayuda a entrar en ese espacio. Y luego avanzar. Encontrar esa calma en todo lugar, en medio de la ciudad, en medio del transporte público.


Y en cuanto a sexualidad es igual.


Por eso muchas veces comienza bajando el ritmo, invitándote a sentir los detalles, la respiración, el flujo de tu mente.


Y mucha gente desiste ahí, porque buscaban otra cosa.


Y lo mismo que conocemos no es.


Cuando encuentras esa calma en el no movimiento y puedes llevarla al movimiento, la experiencia se transforma en algo mágico. Puedes llevar tu energía directamente al corazón de tus propósitos y a lugares de tu cuerpo que necesiten sanación. Puedes entrar en espacios rituales de otra dimensión.


Y como todo proceso...


A veces ni van a tener idea de en que andan metidas.


Jajaja


Colorín colorado, este cuento se ha acabado.



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